«Esto es todo, amig@s!»

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Warner Bros., Public domain, via Wikimedia Commons

Ciertos dibujos animados de nuestra niñez terminaban con un personaje caricaturesco -a veces un conejo, otras un cerdo- diciendo con gracia «Eso es todo, amigos!». Lo hacía sobre un fondo hipnótico hecho a base de coloridas circunferencias concéntricas alrededor de un gran punto negro. Pero no es el objeto de este escrito analizar lo concerniente a los mensajes que -subliminales o no- son desde siempre lanzados de manera sistemática sobre la población a través de los medios de comunicación de masas, ya sea en las «noticias» como en películas, dibujos animados o canciones.

Aquí, simplemente, aprovecharemos la facilidad con la que aquella frase puede ser usada como recordatorio de Esto (en vez de «eso»). ¿Qué carajo quiero decir? Acompáñame si quieres, tranquilamente, en las próximas líneas y, si estás atento, lo sabrás. O más bien, lo recordarás…  Tan solo toma el tiempo que necesites, entendiendo y sintiendo cada palabra o frase, sin pasar a la siguiente hasta que tu claridad interna te invite a ello.

Si hay una Realidad, ¿qué otra cosa, sino dicha Realidad, podría ser tu identidad o naturaleza auténtica?

Ser, Conciencia, Espíritu… bien pueden verse como nociones, conceptos o ideas que, formulados o expresados en palabras, meramente indican, evocan o apuntan a Lo que Es. Lo que Es es el hecho permanente e incondicionado; es decir, lo que llamamos Realidad o Verdad; la cual es, necesariamente, la única y auténtica identidad o naturaleza. De ahí que podemos llamarlo Uno (sin segundo ni tercero…) o Esto (sin «eso» ni «aquello»), pues nada hay aparte o separado de Esto.

Siendo Esto la única identidad o naturaleza, tampoco hay, como es obvio, separación en Esto. Así, lo que llamamos universo o cosmos, en todas sus formas, planos, dimensiones y estados (incluyendo, por supuesto, la percepción o consciencia de todos ellos), no es otra cosa que Esto en su apariencia o manifestación natural o espontánea. Es decir, la esencia y la apariencia de Esto son aspectos inseparables de Esto; aspectos solo virtual o figuradamente separados, conceptualmente, a efectos prácticos de facilitar el reconocimiento de Esto por parte de Sí mismo, desde la perspectiva de un aspecto o faceta humana de su apariencia espontánea.

No hay, entonces, separación o «apartedad» en Esto que, siendo la Realidad o Verdad, permanente e ilimitada, es la única identidad o naturaleza.

Se comprende, por tanto, que en lo inseparable no hay sujetos separados, sino la mera apariencia de «ellos». Así, ningún atributo, facultad o cualidad (tal como naturaleza o identidad propias, autoría de acciones o voluntad independiente) puede predicarse de un sujeto inexistente. Todo en la apariencia universal sucede entonces de manera espontánea, natural, conforme al orden espiritual o naturaleza de la Realidad. O sea, tu (mi, nuestra) propia naturaleza…

Àlamo

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Álamo
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SER-enidad

«Este enfoque o punto de vista, puede resumirse en esta premisa básica: sólo hay lo que siempre es».

«SER no puede “ser un no-ser” ni, por tanto, comenzar a ser o dejar de ser. Lo que ES, ES. Sin principio ni fin ni condicionamiento alguno. De modo que, si hay una Realidad que es y permanece siempre (y es obvio que la hay, todos somos testigos de su variopinta apariencia), más allá de las formas variables y transitorias en las que se manifiesta, entonces no hay otra cosa que dicha Realidad o Ser absoluto; y esa es, necesariamente, nuestra auténtica naturaleza o genuina identidad, que es incondicionada, ilimitada, plena, perfecta».

«No hay caminos, procesos o etapas para “llegar a ser” lo que siempre somos, porque no hay nada aparte de lo que siempre es/soy/somos. Solamente la sugestión de ser sujetos separados-limitados, habiendo asumido la cultural identificación con el nombre y la forma, vela virtualmente el recuerdo o reconocimiento de nuestra naturaleza auténtica. Podríamos decir que el actor, durante el rodaje de la película, se olvidó de sí y creyó ser el personaje que representaba, asumiendo como reales su identidad, forma, personalidad e historia personal ilusorias».

«Así, cuanto más se asume y se siente la íntima Realidad del Ser, nuestro estado natural de serenidad se desenvuelve y manifiesta de manera paulatina, como paz, confianza y contento incondicionados,  no sujetos ya a ninguna circunstancia aparente.

Mas todo ese proceso no podría ser más que un sueño (aquel holograma, película u obra teatral de la que hablábamos), pues solo hay lo que siempre es-soy-somos: SER».

Álamo

El hecho que disuelve toda aparente identidad limitada

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Álamo
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SER-enidad

«Este enfoque o punto de vista, puede resumirse en esta premisa básica: sólo hay lo que siempre es».

«SER no puede “ser un no-ser” ni, por tanto, comenzar a ser o dejar de ser. Lo que ES, ES. Sin principio ni fin ni condicionamiento alguno. De modo que, si hay una Realidad que es y permanece siempre (y es obvio que la hay, todos somos testigos de su variopinta apariencia), más allá de las formas variables y transitorias en las que se manifiesta, entonces no hay otra cosa que dicha Realidad o Ser absoluto; y esa es, necesariamente, nuestra auténtica naturaleza o genuina identidad, que es incondicionada, ilimitada, plena, perfecta».

«No hay caminos, procesos o etapas para “llegar a ser” lo que siempre somos, porque no hay nada aparte de lo que siempre es/soy/somos. Solamente la sugestión de ser sujetos separados-limitados, habiendo asumido la cultural identificación con el nombre y la forma, vela virtualmente el recuerdo o reconocimiento de nuestra naturaleza auténtica. Podríamos decir que el actor, durante el rodaje de la película, se olvidó de sí y creyó ser el personaje que representaba, asumiendo como reales su identidad, forma, personalidad e historia personal ilusorias».

«Así, cuanto más se asume y se siente la íntima Realidad del Ser, nuestro estado natural de serenidad se desenvuelve y manifiesta de manera paulatina, como paz, confianza y contento incondicionados,  no sujetos ya a ninguna circunstancia aparente.

Mas todo ese proceso no podría ser más que un sueño (aquel holograma, película u obra teatral de la que hablábamos), pues solo hay lo que siempre es-soy-somos: SER».

Álamo

Un corazón contento sintoniza una vida armónica

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SER-enidad

«Este enfoque o punto de vista, puede resumirse en esta premisa básica: sólo hay lo que siempre es».

«SER no puede “ser un no-ser” ni, por tanto, comenzar a ser o dejar de ser. Lo que ES, ES. Sin principio ni fin ni condicionamiento alguno. De modo que, si hay una Realidad que es y permanece siempre (y es obvio que la hay, todos somos testigos de su variopinta apariencia), más allá de las formas variables y transitorias en las que se manifiesta, entonces no hay otra cosa que dicha Realidad o Ser absoluto; y esa es, necesariamente, nuestra auténtica naturaleza o genuina identidad, que es incondicionada, ilimitada, plena, perfecta».

«No hay caminos, procesos o etapas para “llegar a ser” lo que siempre somos, porque no hay nada aparte de lo que siempre es/soy/somos. Solamente la sugestión de ser sujetos separados-limitados, habiendo asumido la cultural identificación con el nombre y la forma, vela virtualmente el recuerdo o reconocimiento de nuestra naturaleza auténtica. Podríamos decir que el actor, durante el rodaje de la película, se olvidó de sí y creyó ser el personaje que representaba, asumiendo como reales su identidad, forma, personalidad e historia personal ilusorias».

«Así, cuanto más se asume y se siente la íntima Realidad del Ser, nuestro estado natural de serenidad se desenvuelve y manifiesta de manera paulatina, como paz, confianza y contento incondicionados,  no sujetos ya a ninguna circunstancia aparente.

Mas todo ese proceso no podría ser más que un sueño (aquel holograma, película u obra teatral de la que hablábamos), pues solo hay lo que siempre es-soy-somos: SER».

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¿Quién está observando?

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¿QUIÉN ESTÁ OBSERVANDO?

Si ves el rostro de una persona asomándose por encima de un muro, ¿quién te parece que está observando desde ese lado del muro?

(Puede que ya tengas tu respuesta. De cualquier modo, puedes mirar si coincides o resuenas con alguna de entre las siguientes opciones. Recuerda que la pregunta es «¿quién crees que está observando desde ese lado del muro?»)

  1. Un rostro

  2. Unos ojos

  3. Una cabeza

  4. Un cerebro

  5. Un cuerpo

  6. Una persona

  7. Una conciencia

  8. Una conciencia colectiva

  9. Un planeta

  10. Un sistema solar

  11. Una galaxia

  12. El Universo

  13. El Espíritu (Ser, Fuente…)

  14. Nadie

  15. Yo

  16. Todos los anteriores

  17. Ninguno de los anteriores

  18. Todos y ninguno de los anteriores

  19. Ni todos ni ninguno de los anteriores

  20. Otro / Otra respuesta

  21. No lo sé

Álamo

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Álamo
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SER-enidad

«Este enfoque o punto de vista, puede resumirse en esta premisa básica: sólo hay lo que siempre es».

«SER no puede “ser un no-ser” ni, por tanto, comenzar a ser o dejar de ser. Lo que ES, ES. Sin principio ni fin ni condicionamiento alguno. De modo que, si hay una Realidad que es y permanece siempre (y es obvio que la hay, todos somos testigos de su variopinta apariencia), más allá de las formas variables y transitorias en las que se manifiesta, entonces no hay otra cosa que dicha Realidad o Ser absoluto; y esa es, necesariamente, nuestra auténtica naturaleza o genuina identidad, que es incondicionada, ilimitada, plena, perfecta».

«No hay caminos, procesos o etapas para “llegar a ser” lo que siempre somos, porque no hay nada aparte de lo que siempre es/soy/somos. Solamente la sugestión de ser sujetos separados-limitados, habiendo asumido la cultural identificación con el nombre y la forma, vela virtualmente el recuerdo o reconocimiento de nuestra naturaleza auténtica. Podríamos decir que el actor, durante el rodaje de la película, se olvidó de sí y creyó ser el personaje que representaba, asumiendo como reales su identidad, forma, personalidad e historia personal ilusorias».

«Así, cuanto más se asume y se siente la íntima Realidad del Ser, nuestro estado natural de serenidad se desenvuelve y manifiesta de manera paulatina, como paz, confianza y contento incondicionados,  no sujetos ya a ninguna circunstancia aparente.

Mas todo ese proceso no podría ser más que un sueño (aquel holograma, película u obra teatral de la que hablábamos), pues solo hay lo que siempre es-soy-somos: SER».

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La Sabia del Bosque

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La Sabia del Bosque

En un pequeño claro situado en medio de la espesura de un hermoso bosque, vivía una dama -a la que unos pocos llamaban «la sabia» y otros muchos «la bruja»- en una sencilla pero coqueta cabaña, cerca de un apacible riachuelo.
Puesto que de ella contaban que, aparte de remedios herbales y compañeros gatunos, poseía también extraños objetos -que nadie vio nunca en ningún lugar-, un audaz e inquisitivo joven quiso indagar y conocer por sí mismo qué había de cierto en todo ello.
Así, en un cálido mediodía, al llegar a la cabaña encontró el joven a la señora tendiendo al sol unas grandes bragas, junto a otras prendas ya tendidas, pues recién había hecho la colada a la orilla del riachuelo.
– Mmmm… Nada de lo que veo aquí parece extraordinario (se decía el joven) o… tal vez esto mismo es lo extraordinario, tratándose de una dama de quien se ha dicho de todo en el pueblo…
Así pues, tras saludarla sencillamente y haciéndola saber que el motivo de su visita era conocer algo valioso que ella quisiese mostrarle, la dama observó al muchacho y, deteniéndose en sus ojos -como si pudiese leer en ellos-, finalmente sonrió diciendo:
– Has venido en un momento oportuno. Y si estás hoy aquí en lo profundo del bosque, con alguien de quien solo conoces lo que otros te han dicho, es que no te conformas con cualquier cosa, ¿verdad?
– Verdad (afirmó el joven, sonriendo).
– Lejos de eso, a ti no solo te atrae lo sensacional, sino también lo auténtico… ¿Has oído hablar del espejo total?
– No… nunca (respondió el muchacho, ya muy intrigado y expectante por conocer algo realmente insólito).
– ¿Quieres saber qué es?
– Sí, claro. Hábleme, por favor, de ese espejo (contestó el joven, tratando de saber primero qué era exactamente ese objeto, antes de decidir si se pondría o no delante de uno, en caso de que la dama lo tuviera).
– Bien. Te hablo del espejo tridimensional interactivo de 360 grados e inmersión total… (dijo la dama con pasmosa naturalidad y sin vacilar).
El muchacho, ya con gesto perplejo y abierta boca, pensó fugazmente en el nuevo tipo de tecnologías de realidad virtual que algunos pocos jóvenes en la ciudad ya comenzaban a usar en sus ratos de ocio. Sin embargo -reflexionaba-, esta mujer se refiere sin duda a otra cosa, a un espejo, diríase mágico, sobrenatural… Cosas de… brujas?
Por otro lado, él no sabía si lo que le impresionaba más era la posible existencia de tal objeto o, más bien, la convicción con la que ella le hablaba del mismo. Queriendo indagar más, comentó:
– Suena realmente genial, ni me imagino el valor que puede tener algo así.
– Yo tampoco (repuso la dama, arqueando las cejas con gracia y una media sonrisa, como deshaciendo la tensión que se había estado creando en torno al prodigioso espejo).
– Pero… usted lo tiene… ¿verdad? (inquirió el joven).
– ¿Te gustaría, de veras, verlo? (respondió la señora, mientras un escalofrío recorrió la espalda del muchacho, habiéndose generado de nuevo todo el suspense anterior y otro poquito más).
– Mmm… no sé qué decir (admitió sin reparos).
– En realidad, no se trata de saber… y menos de decir…
– No comprendo eso… (contestó él, ya «perdido»). ¿Qué significa, en relación a ese espejo total?
– Significa que, de hecho (respondió la dama con tranquilo aplomo de certeza en su voz y su mirada), tú YA estás en él… y ERES ÉL.
Una mueca de temor asomó con nitidez en el rostro del muchacho, moviendo entonces a la dama a sonreír de nuevo -esta vez con franca ternura- y, dándole al joven un ligero toque de cercanía en el brazo, decirle con el más reconfortante de sus tonos:
– Tranquilo. Todo está bien.
En ese preciso instante sonó un teléfono dentro de la cabaña y, acto seguido, la dama se despidió con un sencillo gesto de adiós en su mano abierta, siempre sonriendo; a lo cual el joven, ya de nuevo relajado y encontrándose aún mejor que cuando llegó, asintió diciendo «gracias» con otra sonrisa, reciprocando así la amable atención que ella le había dispensado.
Y ya nada importaba lo que dijesen o dejasen de decir los demás sobre esta dama del bosque. Él la sentía una sabia. Pues si bien no tenía claro en absoluto lo del espejo total y ciertos detalles de la enigmática interacción que habían vivido, la sincera espontaneidad, empatía y serenidad de ella -superando los prejuicios y telarañas del intelecto- le habían llegado al corazón, como algo muy familiar y confortable que se sentía bien, correcto, hermoso. Ni más ni menos.

Al

Álamo
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«Este enfoque o punto de vista, puede resumirse en esta premisa básica: sólo hay lo que siempre es».

«SER no puede “ser un no-ser” ni, por tanto, comenzar a ser o dejar de ser. Lo que ES, ES. Sin principio ni fin ni condicionamiento alguno. De modo que, si hay una Realidad que es y permanece siempre (y es obvio que la hay, todos somos testigos de su variopinta apariencia), más allá de las formas variables y transitorias en las que se manifiesta, entonces no hay otra cosa que dicha Realidad o Ser absoluto; y esa es, necesariamente, nuestra auténtica naturaleza o genuina identidad, que es incondicionada, ilimitada, plena, perfecta».

«No hay caminos, procesos o etapas para “llegar a ser” lo que siempre somos, porque no hay nada aparte de lo que siempre es/soy/somos. Solamente la sugestión de ser sujetos separados-limitados, habiendo asumido la cultural identificación con el nombre y la forma, vela virtualmente el recuerdo o reconocimiento de nuestra naturaleza auténtica. Podríamos decir que el actor, durante el rodaje de la película, se olvidó de sí y creyó ser el personaje que representaba, asumiendo como reales su identidad, forma, personalidad e historia personal ilusorias».

«Así, cuanto más se asume y se siente la íntima Realidad del Ser, nuestro estado natural de serenidad se desenvuelve y manifiesta de manera paulatina, como paz, confianza y contento incondicionados,  no sujetos ya a ninguna circunstancia aparente.

Mas todo ese proceso no podría ser más que un sueño (aquel holograma, película u obra teatral de la que hablábamos), pues solo hay lo que siempre es-soy-somos: SER».

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El Ser virtualmente enajenado y el pulpo desorientado (2)

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El Ser virtualmente enajenado y el pulpo desorientado (2)

Así el pulpo confuso, atemorizado por los roces y latigazos de sus propios tentáculos en la oscuridad de su ofuscación, aún no comprende que si dejase de hacer tales aspavientos y se aquietase por algunos instantes, repararía en que es solo su impresión errónea de la situación el motivo que lo atribula. Eso es todo lo que precisa: aquietarse y recordar(se).

Pero claro, ponte tú a decirle eso a un pulpo soliviantado, armando semejante revoltillo en altamar. Una vez más, es uno mismo el que se tiene que dar cuenta de Sí mismo… Sobre todo, porque los asuntos que atañen a uno mismo, al fin y al cabo le conciernen a uno mismo. Y ya ni te cuento si, como en el caso de nuestro pulpito, allí no hay nadie más que uno mismo!

Al

Álamo

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«SER no puede “ser un no-ser” ni, por tanto, comenzar a ser o dejar de ser. Lo que ES, ES. Sin principio ni fin ni condicionamiento alguno. De modo que, si hay una Realidad que es y permanece siempre (y es obvio que la hay, todos somos testigos de su variopinta apariencia), más allá de las formas variables y transitorias en las que se manifiesta, entonces no hay otra cosa que dicha Realidad o Ser absoluto; y esa es, necesariamente, nuestra auténtica naturaleza o genuina identidad, que es incondicionada, ilimitada, plena, perfecta».

«No hay caminos, procesos o etapas para “llegar a ser” lo que siempre somos, porque no hay nada aparte de lo que siempre es/soy/somos. Solamente la sugestión de ser sujetos separados-limitados, habiendo asumido la cultural identificación con el nombre y la forma, vela virtualmente el recuerdo o reconocimiento de nuestra naturaleza auténtica. Podríamos decir que el actor, durante el rodaje de la película, se olvidó de sí y creyó ser el personaje que representaba, asumiendo como reales su identidad, forma, personalidad e historia personal ilusorias».

«Así, cuanto más se asume y se siente la íntima Realidad del Ser, nuestro estado natural de serenidad se desenvuelve y manifiesta de manera paulatina, como paz, confianza y contento incondicionados,  no sujetos ya a ninguna circunstancia aparente.

Mas todo ese proceso no podría ser más que un sueño (aquel holograma, película u obra teatral de la que hablábamos), pues solo hay lo que siempre es-soy-somos: SER».

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El Ser virtualmente enajenado y el pulpo desorientado

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El Ser virtualmente enajenado y el pulpo desorientado

El Ser olvidado de Sí mismo, en su apariencia enajenado, virtualmente confundido con un cuerpo y una personalidad humanos, es semejante a un pulpo que, desorientado por un momento en la profundidad de su hogar oceánico, se asusta al contacto de sus propios tentáculos, los cuales toma por seres separados, extraños a sí mismo.

Al

Álamo

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«Este enfoque o punto de vista, puede resumirse en esta premisa básica: sólo hay lo que siempre es».

«SER no puede “ser un no-ser” ni, por tanto, comenzar a ser o dejar de ser. Lo que ES, ES. Sin principio ni fin ni condicionamiento alguno. De modo que, si hay una Realidad que es y permanece siempre (y es obvio que la hay, todos somos testigos de su variopinta apariencia), más allá de las formas variables y transitorias en las que se manifiesta, entonces no hay otra cosa que dicha Realidad o Ser absoluto; y esa es, necesariamente, nuestra auténtica naturaleza o genuina identidad, que es incondicionada, ilimitada, plena, perfecta».

«No hay caminos, procesos o etapas para “llegar a ser” lo que siempre somos, porque no hay nada aparte de lo que siempre es/soy/somos. Solamente la sugestión de ser sujetos separados-limitados, habiendo asumido la cultural identificación con el nombre y la forma, vela virtualmente el recuerdo o reconocimiento de nuestra naturaleza auténtica. Podríamos decir que el actor, durante el rodaje de la película, se olvidó de sí y creyó ser el personaje que representaba, asumiendo como reales su identidad, forma, personalidad e historia personal ilusorias».

«Así, cuanto más se asume y se siente la íntima Realidad del Ser, nuestro estado natural de serenidad se desenvuelve y manifiesta de manera paulatina, como paz, confianza y contento incondicionados,  no sujetos ya a ninguna circunstancia aparente.

Mas todo ese proceso no podría ser más que un sueño (aquel holograma, película u obra teatral de la que hablábamos), pues solo hay lo que siempre es-soy-somos: SER».

Álamo

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¿Quién eres, realmente?

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Indagando la genuina identidad o naturaleza

Si te preguntase quién eres tú realmente, ¿qué responderías? Si es el caso, elige por favor la opción que más se aproxime a lo que en verdad sientes o sabes que eres. Gracias. (Tu respuesta la puedes compartir aquí o bien mantenerla en tu fuero interno, lo que sientas estará bien).

1) Yo soy una persona o ser humano y mi nombre es (Nombre y apellidos), nacid@ en (país) en el planeta Tierra.

2) Yo soy un alma vestida con un cuerpo humano.

3) Yo soy un espíritu.

4) Yo soy el Espíritu (Lo absoluto, la Realidad-Verdad, Fuente, etc).

5) Yo Soy.

6) Todas las anteriores.

7) Ninguna de las anteriores.

8) Todas y ninguna de las anteriores.

9) Ni todas ni ninguna de las anteriores, ni viceversa.

10) No lo sé.

11)

Al

Álamo

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SER-enidad

«Este enfoque o punto de vista, puede resumirse en esta premisa básica: sólo hay lo que siempre es».

«SER no puede “ser un no-ser” ni, por tanto, comenzar a ser o dejar de ser. Lo que ES, ES. Sin principio ni fin ni condicionamiento alguno. De modo que, si hay una Realidad que es y permanece siempre (y es obvio que la hay, todos somos testigos de su variopinta apariencia), más allá de las formas variables y transitorias en las que se manifiesta, entonces no hay otra cosa que dicha Realidad o Ser absoluto; y esa es, necesariamente, nuestra auténtica naturaleza o genuina identidad, que es incondicionada, ilimitada, plena, perfecta».

«No hay caminos, procesos o etapas para “llegar a ser” lo que siempre somos, porque no hay nada aparte de lo que siempre es/soy/somos. Solamente la sugestión de ser sujetos separados-limitados, habiendo asumido la cultural identificación con el nombre y la forma, vela virtualmente el recuerdo o reconocimiento de nuestra naturaleza auténtica. Podríamos decir que el actor, durante el rodaje de la película, se olvidó de sí y creyó ser el personaje que representaba, asumiendo como reales su identidad, forma, personalidad e historia personal ilusorias».

«Así, cuanto más se asume y se siente la íntima Realidad del Ser, nuestro estado natural de serenidad se desenvuelve y manifiesta de manera paulatina, como paz, confianza y contento incondicionados,  no sujetos ya a ninguna circunstancia aparente.

Mas todo ese proceso no podría ser más que un sueño (aquel holograma, película u obra teatral de la que hablábamos), pues solo hay lo que siempre es-soy-somos: SER».

Álamo

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Una saludable dieta integral

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Hola, cómo estás. Aquí, en confianza, ¿me permites dos preguntas, relacionadas con tu bienestar? Genial, gracias. Cada pregunta viene con 4 opciones de respuesta (ya sabes, tipo test, pero en plan bien, nada de exámenes ni pruebas “para nota”). Elige por favor la que encuentres más congruente contigo actualmente. Vamos a ello:

1 – ¿Cómo es tu actitud con respecto a la alimentación?

A) Como y bebo lo que me dan, incluso si no me gusta o me sienta mal.

B) Me es indiferente.

C) Tengo preferencias bastante claras, pero por inercia a menudo me veo comiendo y bebiendo cosas desagradables y/o indigestas.

D) Selecciono lo que como y bebo, procurando que sea rico y nutritivo.


2 – ¿Cómo es tu actitud con respecto a pensamientos y sentimientos?

A) Pienso y siento lo que me surge, incluso si no me gusta o me sienta mal.

B) Me es indiferente.

C) Tengo preferencias bastante claras, pero por inercia a menudo me veo pensando y sintiendo cosas desagradables y/o indigestas.

D) Selecciono lo que pienso y siento, procurando que sea agradable y edificante.

Bien. Ahora que tienes tus respuestas y que tu consciencia acerca de dichos asuntos está más activada o sensible, permíteme recordarte que, desde esta perspectiva que venimos abordando en estos textos, el hecho de ser (o esencia o eseidad) es inseparable del de conocer (conciencia o percepción) y que ambos vienen a ser dos aspectos inseparables de lo mismo: el Espíritu, la Fuente, la Realidad-Verdad (incondicionada, absoluta) o como queramos llamarlo.

De modo que, puesto que no hay nada aparte de lo único que es (o sea, el Ser, Lo-que-siempre-ES, el Espíritu), entonces lo que llamamos cosmos o universo es necesariamente el Espíritu manifiesto (o la apariencia del Espíritu).

Por tanto, este “mundo” o apariencia universal -que es inherente o natural del Espíritu- no es otra cosa que el Espíritu mismo (Esencia-Conciencia), que así se manifiesta conforme a su propia naturaleza; por lo que es lógico y necesario concluir que todo lo que virtualmente sucede en la apariencia (espontánea e impersonal) de esta Esencia-Conciencia, tiene que ver con (o se articula en) procesos de la conciencia, es decir, con todo lo relacionado con ideas, pensamientos, sentimientos, emociones, estados de ánimo, actitudes, expectativas, etc.

También puedes ser deliberado en cuanto a tu dieta conciencial

Y una importante clave aquí es entender que los sentimientos y emociones que surgen ante determinados estímulos, están directamente asociados a la valoración o calificación que previamente (conscientes o no) hemos asumido y creído respecto a un asunto dado. Ejemplo: si a uno le encanta ir a la playa o de excursión en vacaciones y tiene asumido como «plasta» o «lata» el que llueva en un día de verano en que planeaba salir, entonces surgirán de manera automática las emociones de contrariedad y los sentimientos de desazón correspondientes, reaccionando uno así cuando vea que la lluvia ha «chafado» su plan veraniego (al cual se había apegado con ansia y gran expectativa; y ya se sabe: «vísperas de mucho, días de nada»).

Una creencia dada involucra ciertos sentimientos y emociones, asociados a la valoración o definición que uno le ha conferido a un asunto dado. Modificar nuestra opinión o interpretación acerca de algo cambiará nuestra respuesta anímica-emocional ante los estímulos relacionados con ese tema o asunto.

Luego, dependiendo del tipo de emociones que habitualmente se experimentan, la química que en el organismo generan tendrá unas consecuencias (positivas, negativas o neutras) en la salud física y anímica. Y más allá de ello, dichas emociones resultarán -junto con los pensamientos, actitudes y expectativas usuales- en la vibración de uno, la cual le hace sintonizar (por compatibilidad vibratoria o de frecuencias) con los correspondientes tipos de situaciones, circunstancias o escenarios, determinando así -virtualmente- su trayecto vital.

De ahí que, si bien ya antes no había duda de lo saludable que es una alimentación de calidad, sabrosa y nutritiva, resulta ahora también fácil comprender lo decisiva que es, respecto a nuestro bienestar integral en estos avatares humanos que «vestimos», una saludable dieta conciencial.

Bon apetit!
Al

Álamo

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SER-enidad

«Este enfoque o punto de vista, puede resumirse en esta premisa básica: sólo hay lo que siempre es».

«SER no puede “ser un no-ser” ni, por tanto, comenzar a ser o dejar de ser. Lo que ES, ES. Sin principio ni fin ni condicionamiento alguno. De modo que, si hay una Realidad que es y permanece siempre (y es obvio que la hay, todos somos testigos de su variopinta apariencia), más allá de las formas variables y transitorias en las que se manifiesta, entonces no hay otra cosa que dicha Realidad o Ser absoluto; y esa es, necesariamente, nuestra auténtica naturaleza o genuina identidad, que es incondicionada, ilimitada, plena, perfecta».

«No hay caminos, procesos o etapas para “llegar a ser” lo que siempre somos, porque no hay nada aparte de lo que siempre es/soy/somos. Solamente la sugestión de ser sujetos separados-limitados, habiendo asumido la cultural identificación con el nombre y la forma, vela virtualmente el recuerdo o reconocimiento de nuestra naturaleza auténtica. Podríamos decir que el actor, durante el rodaje de la película, se olvidó de sí y creyó ser el personaje que representaba, asumiendo como reales su identidad, forma, personalidad e historia personal ilusorias».

«Así, cuanto más se asume y se siente la íntima Realidad del Ser, nuestro estado natural de serenidad se desenvuelve y manifiesta de manera paulatina, como paz, confianza y contento incondicionados,  no sujetos ya a ninguna circunstancia aparente.

Mas todo ese proceso no podría ser más que un sueño (aquel holograma, película u obra teatral de la que hablábamos), pues solo hay lo que siempre es-soy-somos: SER».

Álamo